Romanos V

  Permítame aclarar lo que estoy diciendo: Roma era una ciudad muy grande, y Pablo nunca había estado allí. Ningún otro apóstol la había visitado todavía. Sin embargo, es un hecho que allí surgió una iglesia cristiana. ¿Cómo entonces llegó a existir una iglesia en Roma? Bueno, Pablo había viajado a través de gran parte del Imperio Romano, ganando hombres y mujeres para Cristo; y siendo que muchos viajaban hacia Roma desde los confines del imperio, pues, ocurrió que llegó el momento en que hubo muchos habitantes de Roma que conocían personalmente al apóstol Pablo; que lo habían conocido antes de trasladarse a la capital del imperio. Alguien quizá preguntará: ¿Está usted seguro que esto fue lo que ocurrió, que ésta era la situación? Note usted lo que dice Hechos 18:1-3. ¿Quiénes fueron los que se encontraron con Pablo en Corinto? Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas.


Pablo se encontró con Aquila y Priscila, habitantes de Roma, pero quienes habían tenido que abandonar esa ciudad, debido a una ola de antisemitismo y persecución desencadenada por el emperador Claudio. Ahora, ellos se encontraron con Pablo en Corinto. Más tarde, acompañaron a Pablo en su viaje a Atenas. Esta pareja llegó a ser un extraordinario testimonio para el Señor Jesucristo, siendo usados poderosamente por el Espíritu Santo dondequiera que fueron. 


 Cuando Pablo escribe esta Epístola, ya han vuelto a radicarse en Roma, pues, en sus saludos personales en el capítulo 16:3, Pablo los menciona por nombre: Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús. Y, ¿qué podemos decir en cuanto a los otros? Pues, sólo esto: que Pablo los conocía personalmente. En algún lugar él tuvo que haberles conocido y llevado a una fe personal en Jesucristo. Pablo es entonces el fundador “a control remoto”, se pudiera decir, de la iglesia en Roma, mediante su contacto con estas personas a quienes presentó el evangelio de Jesucristo, y quienes se fueron a vivir a la ciudad de Roma. 


 Hace ya varios años, yo escribí un librito que lleva por título, “Una hora en Romanos”, y en él presento algunos aspectos que creo interesantes en cuanto a Roma. Pablo conocía a la ciudad de Roma, aunque nunca había entrado en sus límites, antes de escribir este libro. Roma era como un gran barco que pasa durante la noche y que levanta fuertes olas que se rompen en las costas lejanas. Su influencia era como la de una potente emisora de radio que penetraba cada esquina y escondrijo del Imperio Romano. 


 Pablo había visitado las ciudades coloniales tales como Filipos y Tesalónica. En estas ciudades había observado las costumbres romanas, las leyes, el idioma, las modas, y la cultura en plena exhibición. Pablo había viajado por los caminos romanos. Se había encontrado con los soldados romanos en las carreteras y en los sitios de mercado, y también había dormido en las cárceles romanas. Pablo había tenido que acudir ante magistrados romanos y se había gozado de todos los beneficios de la ciudadanía romana. De modo que, se puede ver que Pablo, conocía todo lo que debía saberse en cuanto a Roma, sin haberla visitado todavía. 

Comments

Popular posts from this blog

Las Herramientas

Salmo 117

Salmo 116