Romanos III

  El apóstol Pablo poseía las mejores capacidades para este ministerio a los gentiles, debido a su experiencia, a su educación y crianza. El Dr. Griffith Thomas ha dicho lo siguiente: “Sus antecedentes formaron una combinación extraordinaria. Su nacimiento judío, su idioma hebreo, su ciudadanía romana, su educación judía y su cultura griega; todo esto contribuyó a hacer de Pablo el hombre que fue”.


 Pablo también poseyó un intelecto gigantesco, al ser educado en la fe judía, cultura griega y modales romanos. Él es el “Moisés del Nuevo Testamento”, pudiéramos decir. David Brown ha escrito esto en cuanto al apóstol Pablo: “Sus características naturales, al menos por lo que hemos podido conocer de sus escritos y de su vida, parece que incluyeron un intelecto genial y versátil, capaz de pensamiento profundo y razonamiento preciso; una rara combinación de valor y ternura; celo impetuoso, discreción sana con perseverancia indomable; en cuanto a carácter, honrado y directo”.


 La carta a los Romanos es pues, en forma especial, la proclamación global del evangelio de Pablo. Es al mismo tiempo su defensa, apología y examen del evangelio. Tenemos que concluir entonces, que el Espíritu Santo preparó a este hombre y le dio Su mensaje.


 Demos ahora, una mirada al lugar al cual fue escrita esta carta, o sea, la ciudad de Roma. Podemos declarar en forma categórica que el apóstol Pablo escribió esta epístola desde Corinto, en el año 58 d.C. El erudito bíblico Paley confirma la fecha y el lugar de la manera siguiente: “No es por la Epístola misma ni por nada que se declare dentro de la Epístola en cuanto a la fecha y el lugar; sino por una comparación entre las circunstancias referidas en la Epístola, con el orden de los eventos anotados en el Libro de los Hechos de los apóstoles, y con referencias a las mismas circunstancias, aunque para propósitos bastante diferentes, en las dos Epístolas a los Corintios”.

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